¿Cómo sacarle provecho a un jueves de quemazón?


Más allá de la cháchara y el ganar seguidores, ¿Qué me gustaría ver en la evolutiva faceta del @dr.Obayi?




        Pasan las horas y se aproxima la noche para despedir un jueves más. La silueta caraqueña, poco a poco, se oscurece y en la falda del imperioso cerro Ávila, las luces de una urbe comienzan a decorar sutilmente la vista nocturna, contemplada desde un rincón de la ciudad. Todo ese fondo citadino se observa desde un balcón que asemeja su espacio de forma metafórica como la “pasarela de la vida”.

 

        La regla de oro: lucir deslumbrante. Es un deber. Luego, hay que buscar el modo de ser provocador. Además, imperativamente hay que sobresalir; destacar. En pocas palabras, ser divino. Todo esto sonará muy físico, pero la suma resulta esencial para demostrar la atracción invisible de la seguridad personal  y del encanto de ser decidido.

 

        Si esta descripción te resuena familiar, te llegaría al pensamiento un cirujano plástico que generosamente está a nuestras órdenes.

 

        Personalmente, a Gabriel Obayi no lo conocía. Me enteré de él en Twitter cuando vi un video del doctor proclamando su mantra de deberes, vestido con un traje de bioseguridad y con una parsimonia al andar muy característico –sin olvidar la ciudad de Caracas de fondo-. Con el pasar de los días, volví a leer el usuario @dr.obayi en una historia de un serbio muy atractivo que vive en Medellín y este galán europeo invitaba a sus miles de seguidores a estar presentes en una entrevista que le haría el galeno venezolano.

 

        Instagram se volvió el medio ideal para realizar entrevistas. Largas conversaciones que no se ven influidas por una línea editorial. O bueno, podríamos decir que la manera de efectuar las tertulias va bajo la corriente de la curiosidad. La ruptura de lo convencional. La irreverencia de tocar temas que a pocos les gusta hablar. Yo creo que es una manera muy inteligente de ser desobedientes al no seguir el canon de preguntar siempre lo mismo. Dentro del respeto, yo observo como la postura de interlocutor que se impone Obayi, hace que nazca la confianza entre él y su entrevistado, y eso crea la atmosfera de una sencilla llamada entre amigos.

 

        Esa videollamada es un segmento que carece de secretismos, porque cientos de personas están allí dejándose llevar por la curiosidad. A todos nos gusta ese deseo de saber o averiguar sobre la vida de alguien. ¿Y quién mejor que un cirujano para exteriorizar esa belleza que viene del alma?

 

        Ahora bien, la dedicación de concretar esos encuentros virtuales que buscan “desnudar” la parte no conocida de una figura pública, es un asunto distinto a su tarea semanal de reunirse también con sus seguidores. 54 mil es una cantidad aproximada de personas que aglomera familiares, amigos, conocidos, colegas, pero también gente desconocida –como yo- que cayeron de forma fortuita en su cuenta personal.

 

        Si aplicamos la empatía, los “Jueves de Quemazón” debe ser todo un esmero. Pasar dos horas frente a un teléfono móvil y conectar con un centenar de seguidores es una ardua labor. Yo intuyo que todo esto surgió como una manera de sacarle provecho a la cantidad de horas libres que nos impuso la cuarentena en casa. También es un modo entretenido de descubrir quiénes son y dónde se encuentran esas personas. Lo cómico es que suena disparatado pasar el tiempo leyendo las críticas de la gente, cuando alguien le toca enlazarse en vivo con el doctor Obayi.

 

        La mecánica es atreverse a querer estar expuesto. Como espectador, gozarás del aluvión de bromas que caerán sobre ese chico que decidió formar parte de la corta videollamada. Y si sales elegido para conectarte directamente y estar ante todos, deberías proyectar tu personalidad o también dar la apariencia de mostrarte como quieras, según tus intenciones.

 

        Mi experiencia de estar en el ojo de todos, se ha repetido en un par de ocasiones. En soliloquio, yo siempre he optado por practicar qué voy a responder con anterioridad. Considero que mi elocuencia puede ayudarme a disimular mis imperfecciones –porque sé que las tengo-, pero los nervios me pasan factura. Así que termino usando la sonrisa como herramienta de distracción. Sin embargo, el público mordaz no perdona nada. Te acribillan por tu físico y te rematan por lo que llegues a decir.

 

        Yo veo esas “quemazones” como el espejo de Blancanieves: Uno se está viendo. Uno habla frente a la imagen de ti mismo. Y dentro de ese reflejo, salen mensajes respondiéndote tus verdades. Verdades que uno quiere saber por curiosidad, porque nadie será más sincero a la hora de criticarte que un desconocido. No sabremos con qué intenciones, pero sin duda, serán verdades. Tal vez, el propósito general no sea destruirte, sino pasar un rato ameno. Pero como versa el refrán: “entre broma y broma, la verdad se asoma”.

 

¿Qué tanto te pueden afectar esas verdades?

Dependerá de la importancia que le des.

 

        Quiero aclarar que todo comentario hecho durante esas dos horas son percepciones individuales. Cada uno tiene gustos diferentes e ingeniosamente la gente se percata de cosas que inconscientemente olvidamos arreglar o que simplemente no lo vemos. Pero me llama la atención lo comedido que es Gabriel Obayi en esas videollamadas. Pienso que por educación se limita a caer en ese juego de burlas toleradas por un colectivo (generalizo esto porque en dicha convocatoria, lo que más predomina son los hombres gays y entre homosexuales, hay cierta potestad de hablar sin medias tintas).

 

        Si tomamos el mantra Obayi: “En la pasarela de la vida, debes lucir deslumbrante…” ¿Cómo puede una persona brillar si no sabe cómo hacerlo? ¿Quién te puede guiar para enseñarte a lucir provocativo y divino? Además, así como yo, muchos deben tener inseguridades, pero ¿Somos tan tolerantes para leer esas duras críticas?

 

Parece que sí.


        Haciendo una hipótesis, la mayoría –por lo que he podido ver- son inmigrantes y posiblemente buscan un momento de desconexión de sus problemas, aunque eso incluya entretenerse siendo el blanco de un juicio cibernético.  Pero no olvidemos que el trabajo de Obayi es ser cirujano plástico. Quizá muchos estén buscando el modo de no seguir rezagados de lo estético; de lo bello.

 

        Yo soy partidario de resaltar los atributos físicos, tal y como dice él. Sin embargo, muchas veces perdemos la batalla contra los complejos. Sería muy ventajoso tener un enlace directo con alguien que te pueda aconsejar. Sería gratificante tener un espacio adicional, desplazando la tentativa de mofar, y darle un carácter más serio donde el doctor seleccione a sus internautas y con franqueza, él te ayude a guiarte. Sería la ventana perfecta para quitar esas inseguridades que muchos no se atreven a conversar.

 

        Estamos bombardeados de la premisa de amarnos tal cual como somos. De hecho, si hablo de mí, yo me amo tal cual como soy. Pero tener inquietudes por arreglar algunas cosas físicas no implica que deje de nutrir mi querer propio y pienso que en eso me podría ayudar un cirujano plástico venezolano que está a nuestras órdenes.


Tal vez.


        Es simplemente una reflexión que he hecho, luego de mi corta conversa con el doctor y mis ganas de escribir. Imaginé la idea de "Consulta con Obayi 2.0" para hallar esa belleza y exteriorizarla con inteligencia; con picardía. Porque como él mismo dice: está “para todo eso y mucho más”.

 

JL



PD: Me gustaría ser yo quien desnude el alma del entrevistador. Algún día.

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