Hace 20 años dejamos de pedir besos y abrazos


El Covid no nos deja hacer muestras de cariño espontáneo, pero parece que dejamos de exigirlo desde hace tiempo.

 


       Tuvimos un desafortunado inicio milenario. El planeta no tiene un grato recuerdo del 2001. Superar la psicosis del Y2K no fue suficiente y por desgracia, la humanidad quedó marcada con un suceso dantesco. Dos décadas hemos atravesado y dudo que nuestra generación no rememore el comienzo del siglo XXI sin el terrible atentado. Este acto fatídico desplazó la atención que pudo tener cualquier acontecer. Por ejemplo: en el ámbito musical y exactamente el 11 de septiembre, Jamiroquai lanzó un álbum increíble (A funk Odyssey) y a pesar de considerarse un disco magnífico, se vio tristemente ensombrecido. Billie Eilish abrió los ojos por primera vez al mundo ese año y quién diría que esta actual cantante nació en un momento turbio, lleno de intrigas y lamentos, mientras que la radio se destacaba con icónicas melodías.

 

        Si en este momento, no te ubicas bien qué canciones sonaban para el 2001, aquí haré una breve reminiscencia de –lo que considero- la mejor era musical. Una maravillosa etapa de diversos géneros. De sublimes versos, de estribillos pegadizos y que, te guste o no, tendrás el conocimiento de estos sencillos exitosos. Estoy seguro que al nombrarte unas cuantas canciones, te desbloquearé muchos recuerdos; y si estas memorias las recreas en tu mente, lo harás teniendo un fondo musical. Un soundtrack lleno de música increíble.

 

        Para hoy, La cantante Melody cumple 20 años de aquella súplica masiva de pedirle a todo el mundo que toque palmas, mientras nos enseñaba cómo sería “El baile del gorila”. Ni el tiempo, ni el espacio, han podido borrar lo que nos hizo soñar La Factoria y que “Todavía” lo siguen haciendo. Fuimos testigos de lo detallado que son los “Celos” de Marc Anthony. Por un lado, Daft Punk aterrizaba desde la galaxia hasta una discoteca animada, para hacernos bailar “One More Time”, mientras que Shakira anunciaba que se iba, otra vez, de una ciudad con un: “te dejo, Madrid”; y entre todo esto, Manu Chao no paró de repetir “Me gustas tú” –27 veces, para ser exactos-.

 

        En fin, éxitos variados. Te traigo una mezcla de canción infantil, reggeatón, salsa, música electrónica, pop latino  y reggae europeo. Curiosamente, sólo nombrando estos temazos me impresiona que cada uno tuvo su lugar en el estrellato musical y que en la actualidad no veo que la diversidad pueda consagrarse en lo más alto de los rankings.

 

        También hubo una intensa difusión colorida para el 2001: Teníamos a Diego Torres infundiendo lo bonito que es el “Color esperanza”, pero el año indudablemente se pintó de “Azul” gracias al intérprete Cristian Castro.

 

        Y quedándome con ese memorable álbum del cantante mexicano (Azul, 2001), quiero arrancar el punto de partida de mi escritura. El título dice que hace dos décadas perdimos el rumbo de pedir imperativamente los besos y los abrazos. ¿Por qué digo esto?

 

        Sin duda, esa época fue muy romántica. Viéndolo desde la perspectiva actual, la música en español no se reprimía de mostrar los afectos amorosos, bien sea para destacar el noviazgo, el idilio o el despecho.

 

        Quizá la evolución musical implicó cambiar las direcciones del contenido de las canciones. Hemos visto la creativa combinación de ritmos, la pulida vanguardia auditiva, pero volviendo al presente año, me pongo a hojear un poco el ranking de Billboard y de las seis primeras canciones del top100, tres hablan de amor. Seguimos en la oda al amor y con franqueza, no pienso que deberíamos dejar de cantar sobre el amor. La tónica romántica sigue entre nosotros, pero ¿Por qué no trasciende como antes? ¿Será culpa de la reinvención del modo de presentar los trabajos discográficos? ¿Las plataformas digitales tienen algo que ver con esto?

 

        No lo sé. Lo cierto es que según un reporte de BuzzAngle que habla del streaming de audio, durante el año dedicamos mucho tiempo en escuchar las mismas canciones, aproximadamente 25. Esto vendría siendo apenas un 20% de la música reproducida de manera anual. Nos estamos perdiendo de mucha música.

 

        Por otro lado, estoy llegando a la edad promedio que según Ajay Kalia, miembro de Spotify, me dejo de interesar en la música actual o de moda. Honestamente hago el esfuerzo de estar actualizando mis listas de reproducciones con la novedad y como dije antes, sigo observando la diversidad de ritmos y estilos, pero no llego a encontrar un material musical que llegue a ser memorable. Y aquí defenderé mi postura de la importancia lírica en las canciones.

 

        Si viajo 20 años atrás, encontraré un disco sublime y festivo de Rosario Flores (Muchas Flores, 2001) con emblemáticas canciones románticas. Shakira conquistó la fama mundial con un manifiesto de entrega: “Suerte/Whenever, Wherever” (Laundry Service. 2001). Alex Ubago tiene un álbum debut excelso de canciones amorosas (¿Qué pides tú?, 2001) y Ricardo Montaner compuso una de mis canciones favoritas: “Bésame” (Sueño Repetido, 2001).

 

¿Por qué ahora nos conformamos con escuetas canciones románticas, si antes tuvimos gloriosas  composiciones afectivas?

 

        Hace siete años, escribí en este blog cuáles son mis canciones favoritas. Una fue compuesta y publicada en el 2001 y la otra, sin yo saber, fue de un año antes, pero muy laureada en las premiaciones que abrían el tercer milenio. Juan Gabriel y Ricardo Montaner usaron dos verbos de manera imperativa para titular estas canciones. Dos verbos que yo nombré desde el comienzo y que en algún momento de estas décadas pasadas, dejamos a un lado la ordenanza de pedir algo tan esencial: Abrazar y besar.



Torse


PD: que siga prevaleciendo, entre todos, los actos de verdadero afecto.

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