Memorias grabadas en 100 ml


¿Qué tal?

Hugo Boss, sin saberlo, me llevó todos los días al colegio, mientras que Dolce & Gabanna me dejaban cada mañana en la universidad y Carolina Herrera me enseñó lo que es amar a alguien…




      Mi primer viaje internacional fue a Colombia. Tenía siete años de edad –eso creo- y el motivo era conocer familiares del lado materno, además de tomar unos días de descanso ya que era la temporada vacacional. Mi abuela, Alejandrina, vivía en una ciudad muy turística de ese país: Cartagena. Aunque he ido varias veces, ahorita la recuerdo como un destino lleno de historia, con grandes castillos y colosales murallas… apartando las playas y destinos insulares porque no les presaba mucha atención, el mar no es lo mío –como lo escribí en una entrada pasada-.

      De ese primer viaje, algo me llamó curiosamente la atención. La casa de mi abuela era muy modesta. Sin lujos. Con una sala espaciosa ya que no poseía muchos muebles. De hecho, en ocasiones, se guindaba una hamaca en todo el centro de la casa. El sofá que había, estaba pegado a una gran ventana que tenía una forma nunca antes vista por mí. Era como dividida en tres partes y dos de éstas, tenían unos palos de madera que podían sellar, de algún modo, el paso de alguien por ahí. La parte que sobra, tenía los cristales pero con una tabla que por las noches se cerraba, al igual que una puerta. Encima, tenía otra ventanilla paralela, del largo del ventanal y de ancho era como 20 centímetros –aproximando-. Ésta cumplía con la función de repisa donde se podía colocar algunos adornos. Me acuerdo que habían algunas latas de cerveza que, presumiendo, alguna vez fueron ediciones especiales… pero también las acompañaban unos envases de perfumes gastados. Cuando los vi, pude notar que llevaban mucho tiempo ahí, incluso, varios todavía tenían la loción dentro de los frascos. Nunca pregunté de quién era o por qué estaban en ese estante. Pero me gustó.

      Ese peculiar modo de guardar cosas que, con el pasar del tiempo, le determinas algún recuerdo me pasó con los perfumes, aunque no sé si tendrá algo que ver con esa imagen de Cartagena grabada en mi mente. En la foto de esta entrada, les enseño parte de mi memoria. Sí, cada frasco, aparte de contener ínfimas gotas de su colonia, también me reviven épocas de mi adolescencia con solo oler sus aromas.

      El consentido de mi bachillerato fue la firma Hugo Boss. A mi padre le gustaba mucho Bottled –todo un clásico- y cuando se lo comprábamos, aprovechaba y terminaba llevándome otro de la misma casa alemana. Soul es la retrospectiva personal de una secundaria divertida. Destapar este perfume me lleva a las escaleras del colegio Americano, subiéndolas con el uniforme de chemise azul. El inicio de mi Básica III lleva el aroma sofisticado de la pimienta negra, anís y canela –al menos, eso dice en la página oficial-. Para el 2005, una vendedora de “Las Villas” no me dejaría ir sin comprarle la Boss in Motion Green Edition –en la foto aparece, la bola verde del fondo-. ¡Fascinante! Lo que lamento es que se me acabó muy rápido. Una anécdota que tuve con este envase fue en clase de Comercio de 8vo Grado, esa pelota se la lancé a mi amigo Ángel Domingo. Él la esquivo y pegó de la puerta, causando un hundimiento en el frasco –aun no  me acuerdo el motivo-.

      Ya en 9no Grado era un ADICTO a los perfumes. Este año escolar se divide en tres fragancias. Mis lunes, martes, jueves, viernes y salidas casuales del 2006, huelen a Calvin Klein In 2 U –Es el blanco de la foto. Nunca se me olvida a Olima (La chica que trabajaba en una perfumería) diciéndome que esta colonia tenía forma de una tetera (¿?)-. Era un aroma fresco. No tan elegante como los que usaba de Hugo Boss. Para los miércoles (Día de Educación Física) usé L'eau Par del japonés Kenzo. Siempre dije que olía a Chinotto. Era una esencia muy suave y no me gustaba mucho, así que decidí gastarlo los días que me tocaba esa materia. Ese año, empezaron las fiestas nocturnas y los famosos “15 años”. La mente me viaja a la Quinta Esmeralda, aplaudiendo a Liliana Alexandra, que bailaba el Vals con sus más allegados. A la expectativa de su nueva vida de rubia platinada y el famoso vestido traído de Estados Unidos –estos detalles se los debo a mi amiga Virginia-. Toda esta reminiscencia me viene abriendo la tapa de un Ocean Pacific for Men.

      Inicios de 2007… año de rebeldía. Me negaba a cortarme el pelo. Fue la etapa de mi vida que más asemejo a ser Emo. Conocí a alguien por primera vez en materia sentimental y casi –casi- dejo de ser virgen. En este periodo, como todo buen hijo, volví a casa… pero la alemana. Hugo XY me trae a la mente, decepciones amorosas, pero también el surgimiento de una hermandad: Mis amigos del alma. Todo eso mientras cambiaba la chemise azul por la beige. Luego para el cambio veraniego salió la Hugo XY Summer Edition y obvio… la usé en todos esos momentos que iba invitado al Club Asturiano. Este año, también caí rendido ante Apple y Mont Blanc: tenía mi primer iPod Nano y pasé horas descargando música mientras usaba Individuel. Todo ese desorden del primer año del ciclo diversificado, las famosas pruebas vocacionales, la llegada de nuevos compañeros al salón, tienen su espacio en mi mente y las recuerdo cuando respiro un L’Homme de Yves Saint Laurent –OMG!- De mis favoritos. Es un deleite más allá de los recuerdos. Mientras que para esas reuniones nocturnas, usaba Hugo Man – ¡Dios!-. Teniendo 17 años, saliendo de la fiesta de Andrea Urbaneja en Alto Prado, el papá –en ese entonces- de Yohanni me preguntó ansioso: “¿Qué perfume es ese?” –¡Jajaja!-.

      A continuación, llego a un tiempo muy especial en mi vida. El año de la graduación. 5to Año, en lo académico fui algo esforzado, pensando que aumentaría el promedio de mis regulares notas de los grados anteriores –Sí Luis-, mientras que el resto de mi grupo se “echó las bolas al aire”. También fue la etapa en que comencé el gimnasio. Estos emotivos días los recuerdo viendo el Polo Black de Ralph Lauren, un perfume que me regaló mi papá cuando llegó de un viaje a Ecuador. Como les comenté de mi conducta de “buen estudiante” durante el 2do año de Ciencias, logré pasar todas mis materias y pude ir al viaje de graduación mientras que muchos, se quedaron reparando. Mi primer viaje a Margarita tiene la fragancia de Swiss Army Mountain Water. –¡Oh, qué días!

      El día que me gradué del colegio donde pasé 13 años de mi existencia: El 23 de julio de 2008, estaba llorando, escuchando el discurso de Andrea Morgado y de Daniel Martínez, en el auditorio “17 de abril” de La Carlota, vistiendo un amado traje Giovanni Scutaro de la colección “Retorno a los 70” y destilando el aroma de Bvlgari Pour Homme Soir. Esta colonia la use casi un año pero olfatearlo solo me transporta a ese día.

      El inicio de mi vida universitaria me lo recuerda Dolce & Gabanna. Cuando compré Light Blue quedé ENAMORADO que lo usé por años. Mi primera casa de estudio fue la UCAB. Entré por promedio –cosa que nunca me expliqué- a una carrera interesantísima: Psicología. Pero hasta ahí… Yo quería estudiar Comunicación Social. Echarme esa colonia es acordarme de las levantaderas a las 5 de la mañana para llegar a tiempo a La Católica… Salir de Las Minas de Baruta a Montalbán era un fatigador recorrido para tomarlo desmadrugado. Con este perfume en la piel, a los 19 años de edad, perdí la virginidad en un lugar algo retirado de Caracas. La vida desaforada, llena de hedonismo y enormes ganas de placer en mi vida, tienen la marca D&G. Una vez me llegaron a decir: “Me dejaste la cama con olor a tu perfume” –¡Já! Esa era la idea-.

      En esta época, viajé a Punto Fijo con todos mis amigos. El primer viaje a Tacuato tiene olor a Man de Calvin Klein. Lo recuerdo porque en ese viaje se partió esa colonia y la Eco Sport, de ese entonces, abundaba a olor “amaderado”. Después del viaje, me rompieron el corazón. Rebajé 10 kilos –siendo flaquísimo de toda la vida-… Pasé meses deprimido. Me salí de la UCAB y comencé mi estimada Comunicación en la USM con mi amiga “la Pitty”. De repente, decidí a preocuparme más por mí y empecé a reponerme. La rutina de las mañanas usemistas y las noches alocadas en Moskowa empezaron a tener la presencia, nuevamente, de Bvlgari –Divino-. Todos esos fines de semana, metido en esa discoteca, me acompañaba Aqua, el mismo perfume que usaba mi compañero del local, Rodrigo –Cuando era rumbero-.

      Como venezolano que soy, no podía dejar por fuera a mi compatriota Carolina Herrera. ¡Santo Cristo de mi vida! No sé por qué tardé tanto en comprar sus perfumes. Luego de Light Blue de D&G, el 212 Sexy Men ha sido mi gran consentido. Lo llevé puesto desde 2010 hasta finales de 2012. Con él, conocí al amor de mi vida. Olerlo es recordar toda una vida entera, llena de anécdotas imborrables, como en algún momento se lo dije. Además, de algún modo, este bálsamo provocaba sexualmente. Era algo increíble. Así que les doy ese dato. Más tarde salió el CH Men que sigue siendo un encanto…

      Muchas personas catalogan los perfumes como un regalo banal. Pues a mí no, ya que este gusto intrínseco me hace llevar a memorables acontecimientos y pocos pueden hacer eso con la exactitud que me acuerdo de las cosas. Es como oír una canción o ver una foto… Te transporta a ese contexto. Quizá después de esto, veas de otro modo a esa colonia que por mecanismo te aplicas antes de salir de casa. Préstale más atención a la vida, mira que es gratificante acordarte de todo, oliendo fragancias. Te dan la sensación de revivir los momentos más significativos: los tuyos.


PD: Es bonito acordarse de todo.


Recuerda.
Torse.

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